Llora, Sentado el anciano,
Llora, bajo aquel viejo y solitario roble,
Llora, ubicado en aquel grandioso y verde campo,
Llora recordando a toda aquella gente que conoció en su larga vida,
Llora porque sabe que son sus últimos minutos,
Recuerda los momentos, porque eso es la vida, momentos,
Se acerca a sus seres queridos del recuerdo y los abraza,
Despidiéndose porque cuando se apague la vida se apagaran los recuerdos
El viejo llora, porque la nostalgia lo envuelve
Recordando una juventud tan lejana,
Como las estrella que vio una noche de veranó con su amada Nancy,
Como cuando le dio gracias a Dios por su primer beso,
El viejo no llora de tristeza, de alegría
Por todo el amor que dio y que recibió,
El viejo ya no llora,
Yace dormido para siempre
Con una eterna sonrisa.
Autor: Mario Cifuentes